Resignificando espacios de memoria
publicado el October 11, 2024Cada mañana transitan por el campus de ciudad universitaria más de cien mil personas, entre estudiantes, profesores, investigadores y trabajadores de la universidad. Personas que estudian o trabajan en alguna de las veintisiete facultades que albergan dentro de sí, dinámicas organizativas y culturas políticas muy diferentes entre sí. Algunas mantienen actitudes más abiertas a introducir formas de gestión más innovadoras y abordar debates complejos dentro de las instituciones como es el caso de ciencias políticas y sociología, mientras que otras facultades como comercio, turismo o la facultad de derecho, han venido manteniendo posturas menos abiertas a abrir el debate de la memoria ciudadana en sus facultades, e incluso, a cumplir con la propia legalidad de las leyes de memoria.
Tal y como venimos apuntando, el campus de ciudad universitaria es un espacio atravesado por símbolos, rastros de violencia y memorias vividas que recorren todo el siglo XX. En algunas aulas de la facultad de Medicina todavía quedan los restos de las ráfagas de las metralletas noventa años después. En las facultades de Turismo y Comercio, todavía están presentes en la entrada de los edificios, placas conmemorativas de la inauguración de dichas facultades por el dictador Francisco Franco. En otras facultades, como Filosofía y Filología, y Farmacia, se han colocado rótulos nuevos encima de dichas placas, sin que hayan sido retiradas en cumplimiento de las leyes de memoria democrática. De la misma forma, frente al antiguo Pabellón de Gobierno de la universidad, ha presidido la entrada al edificio durante cinco décadas de democracia el busto de ministro franquista Ibáñez Martín, desde cuyo emplazamiento sigue contemplando el Arco de la Victoria tras posiblemente una de las mayores purgas de profesorado universitario de Europa, documentadas ampliamente por el profesor Jaume Claret en su libro El atroz desmoche (2006). Estos son, tan solo, unos breves ejemplos de símbolos de la pervivencia de los símbolos del franquismo durante la democracia. Sin embargo, cada día miles estudiantes, con valores y actitudes democráticas y educados en el respeto a los derechos humanos recorren el campus universitario-ajenos a estos símbolos ¿significa esto que los estudiantes están a favor de estos símbolos? ¿significa que a los movimientos estudiantiles no les ha interesado tratar la memoria de la dictadura durante sus ciclos de protesta?
La respuesta es doble. Por una parte, la ciudad universitaria es un espacio históricamente muy denso, que necesita ser explicado a los estudiantes que cada año entran y salen de las aulas. La mayor parte de ellos, nacidos en el siglo XXI, no tienen un conocimiento de la guerra civil tan avanzado como para conocer la simbología franquista o saber que el campus estuvo atravesado por el frente durante la guerra civil. No han tenido a su disposición una guía en la web de la universidad, un panfleto en el vicerrectorado de la universidad, ni la propia universidad ha propiciado un conocimiento del pasado del campus salvo aquel que remonta los orígenes de la institución a 1499 por el Cardenal Cisneros. Y, por otra parte, los sucesivos rectorados democráticos no han prestado una especial atención a la cuestión del “pasado sucio” o a la pervivencia de lugares de memorias complejas. Mientras que los debates en torno a la memoria histórica han atravesado a la sociedad española desde principios de siglo, y los diferentes movimientos memorialistas han conseguidos logros notables en la identificación y fosas comunes de personas desaparecidas durante la contienda y la postguerra, el trabajo esclavo, los bebes robados, o la promoción de dos leyes diferentes de memoria histórica; en la Universidad Complutense, así como en otras instituciones del Estado, esta reflexión no se ha dado de manera colectiva, mediante discusión en los órganos colegiados de gobierno, sino que se ha dejado al albur de las iniciativas que cada facultad quiera llevar a cabo, pero sin una estrategia general o una voluntad de considerar a la propio campus universitario como un lugar de memoria.
En el año 2013 se puso en marcha un grupo de investigación llamado cartografías de culturas radicales (CCR) que se dedicó a recabar testimonios de militancia estudiantil y radical desde 1956 hasta el año 2011. Con más de treinta entrevistas, empezaba un trabajo de cartografía de las sucesivas generaciones de militantes estudiantiles, desde sus organizaciones y formas de plantear la acción contenciosa, la represión, pero también sus opiniones sobre la vida universitaria y las formas de socialización. Este trabajo llevo a una mayor coordinación con los diferentes movimientos memorialistas para la realización de distintos actos de memoria democrática: desde la celebración de congresos en diferentes facultades, realización de exposiciones sobre las fosas comunes del franquismo o actos de homenaje a figuras relevantes del antifranquismo como es Nicolás Sánchez Albornoz, al que estudiantes y profesores homenajearon en febrero de 2023 en la facultad de filosofía.
Se trata de un trabajo en el que profesores y estudiantes han trabajado de manera paralela. Desde el año 2010, la asociación de estudiantes contrapoder, realizaba sus primeras jornadas de memoria histórica con un homenaje a los obreros asesinados en vitoria el 3 de marzo de 1976 y pintando los rostros en las paredes de la facultad de los estudiantes universitarios asesinados durante la el franquismo y la transición. Así como, renombrando un salón de actos de la universidad con el nombre de Yolanda González, una estudiante de la facultad de ciencias políticas asesinada en 1980 por un comando ultraderechista.
A lo largo de la década pasada se han venido sucediendo distintas iniciativas con el objeto de abordar la complutense como un espacio de memorias complejas. Sin embargo, no es hasta 2021 cuando un grupo de profesores, investigadores y alumnos crean Aulas de Memorias democráticas con el fin de abordar colectivamente la cuestión memorialista de la propia Complutense. A lo largo de tres años se han realizando diferentes actividades:
Seminarios de discusión sobre la ley de memoria democrática y sus implicaciones en el currículo educativo tanto en la universidad como en la enseñanza secundaria.
Realización de jornadas sobre el movimiento estudiantil en perspectiva intergeneracional y comparada con otros países europeos.
Un mapa de identificación de lugares de memoria complutense en todo el campus universitario y una guía interactiva.
Una serie de podcast que cuenta la historia del movimiento estudiantil en Madrid desde 1939 hasta el año 2020, tratando desde una óptica amplia las diferentes reivindicaciones y formas de organización en cada ciclo de protesta.
Realización de murales en la facultad de ciencias políticas.
Realización de visitas al campus universitario con personas expertas en patrimonio monumental e historia política del siglo XX con estudiantes de diferentes grados.
Inclusión de proyectos de innovación docente en los currículos de los grados de Ciencias política, sociología, historia, filosofía y educación relacionados con abordajes críticos del pasado y memoria democrática.
Creación de un programa de practicas curriculares en el grado para el trabajo académico en cuestiones relativas a la memoria democrática o la historia del movimiento estudiantil, como es el reciente proyecto de creación de un archivo del movimiento estudiantil que recoja toda la documentación existente del movimiento estudiantil en un solo archivo digital de consulta pública (Maestu, 2024).
Esta labor de trabajo académico y de transferencia en el ámbito de la memoria se desarrolla como un programa de trabajo anual de forma compresiva. Cada curso académico se realizan las diferentes actividades de visitas guiadas en el campus universitario, realización de congresos y actividades abiertas y elaboración de materiales de los diferentes lugares de memoria, buscando llegar a un número amplio de estudiantes universitarios para que puedan conocer la densidad histórica del pasado dictatorial, y la necesidad de señalar y resignificar políticamente en clave democrática el campus universitario, no solamente en mor del cumplimiento de las actuales leyes de memoria democrática, sino también en cumplimiento de los deberes de toda institución universitaria, que debe de ser libre, democrática y plural.